En el dinámico y cambiante panorama educativo actual, nos enfrentamos a desafíos significativos que exigen respuestas creativas capaces de impactar positivamente el aprendizaje de niños, niñas y jóvenes. En este mundo post-pandémico, la adaptación a nuevas realidades se vuelve aún más crucial. La educación, como pilar fundamental de la sociedad, no puede permanecer estática ante los emergentes desafíos; por tanto, resulta imperativo reflexionar sobre la escuela que anhelamos y la importancia de innovar para superar los retos educativos actuales.
Si concebimos la innovación como la incorporación sistemática y planificada de prácticas orientadas a mejorar procesos de enseñanza y aprendizaje con el fin de elevar la calidad de la educación, es vital que los líderes educativos consideren la necesidad de desafiar un modelo centrado en el protagonismo de los adultos. En lugar de ello, deben abrazar enfoques alineados con las expectativas de los estudiantes del siglo XXI. La adaptación a nuevas metodologías no solo responde a la necesidad de mantenernos relevantes, sino que también garantiza que los estudiantes adquieran las habilidades esenciales para enfrentar los desafíos que les plantea su entorno, comprendiéndolas como un medio y no un fin en sí mismo.
Entonces, ¿cómo podemos crear condiciones para que los procesos de innovación y colaboración sean sostenibles y compartidos por las comunidades educativas? Basándonos en la literatura y la experiencia de Fundación Belén Educa en doce comunidades escolares mediante la metodología de Aprendizaje Basado en Proyectos, propongo anticipar estas preguntas antes de iniciar la implementación de estrategias y metodologías innovadoras en escuelas y liceos, tales como experiencias de aula invertida, design thinking, estrategias de gamificación y aprendizaje cooperativo, así como enfoques basados en retos, pensamientos o problemas, entre otras que favorezcan un protagonismo activo de los estudiantes. Esta experiencia ha sido valorada por el Ministerio de Educación por medio de la integración de aprendizajes, y reconocida por el Summit Internacional de Educación de la Universidad Católica (2023) y por el 1er Congreso de Educación y Pedagogía de la Universidad de Chile (2024):
- ¿Por qué cambiar nuestras prácticas educativas? Establecer un sentido compartido que congregue a la comunidad en torno a un propósito común es esencial para mantener la motivación hacia una cultura escolar que promueva la transformación educativa mediante la confianza y el trabajo colaborativo, entendiendo el error como un medio de aprendizaje.
- ¿Cómo nos formaremos/actualizaremos para iniciar esta implementación? Involucrar a equipos interesados y aportar en su desarrollo profesional docente es fundamental, estableciendo roles y responsabilidades de la comunidad completa. Esta capacidad instalada actuará como un motor de cambio para incentivar gradualmente a otros docentes.
- ¿Qué condiciones aseguraremos para que ocurran estos cambios? Gestionar tiempos y espacios colaborativos para la reflexión y coordinación de procesos es esencial para sostener el cambio. La innovación implica reelaborar procesos y redestinar energías, por lo tanto, es crucial abordar las tensiones que vayan apareciendo.
- ¿Cómo y cuándo evaluaremos el impacto en los aprendizajes? Proyectar evaluaciones formativas y sumativas que den cuenta del logro de objetivos, habilidades y actitudes, siguiendo una lógica de planificación inversa. La innovación es un medio y no un fin para alcanzar estos objetivos, por lo tanto, el monitoreo del proceso es vital.
- ¿Cómo aseguraremos la vinculación curricular? Identificar qué aspectos de la trayectoria estudiantil pueden fortalecerse mediante la progresión curricular es clave y debe considerarse a lo largo de todo el proceso.
- ¿En qué etapas de la trayectoria escolar iniciaremos nuestra implementación? Acordar los niveles y el tiempo que conllevará la implementación es recomendable. Iniciar con niveles piloto, realizar ajustes y luego expandirse a otros niveles permite un cuidadoso seguimiento de avances y brechas de mejora.
- ¿Qué experiencias similares de implementación conocemos en otros contextos? Adaptar estas experiencias al contexto local, reconociendo los ajustes necesarios, es fundamental, destacando la autenticidad de cada comunidad escolar.
- ¿Cómo involucramos a las familias de la comunidad? Compartir con madres, padres y apoderados el propósito del cambio y los resultados esperados, valorando sus opiniones como parte del proceso de mejora escolar, es esencial para una implementación exitosa.
En resumen, la transformación educativa es un desafío necesario en el panorama actual, y la innovación se presenta como la clave para lograrlo. Adoptar enfoques alineados con las expectativas de los estudiantes del siglo XXI y desafiar modelos centrados en el protagonismo de los adultos son pasos esenciales. Los consejos prácticos presentados, desde establecer un propósito común hasta involucrar equipos capacitados y gestionar espacios colaborativos, apuntan a crear condiciones sostenibles para la innovación educativa. La evaluación continua, la vinculación curricular y la adaptación de experiencias a contextos locales son pilares que fortalecerán este proceso.
Francisco Javier Molina Arias
Encargado de Innovación Pedagógica - ABP
Encargado Fundacional de Red Historia y Geografía
Fundación Belén Educa
