Sustentabilidad e interculturalidad son dos conceptos amplios que, por su amplitud, corren el riesgo de quedar solamente en el discurso como una preocupación transversalmente aceptada, pero difícil de poner en práctica. Enrique Leff (2004) en su libro “Racionalidad Ambiental” habla del fracaso del ambientalismo intergubernamental bajo la bandera de la sustentabilidad, por la primacía de la racionalidad económica a instrumental y propone avanzar hacia una nueva epistemología sustantiva, promoviendo una reapropiación social de la naturaleza. En este proceso las miradas y perspectivas de los pueblos originarios son especialmente importantes y abrir espacios para este diálogo es de primera importancia.
La educación, desde las primeras edades, es un mecanismo clave para construir espacios de diálogo en torno a las problemáticas socio-ambientales locales que se manifiestan con más fuerza en un contexto de cambio climático. Tal como lo muestra la contundente evidencia del último informe del panel intergubernamental de cambio climático, identificando cambios a nivel tanto ecosistémico como de sistemas humanos expresados en escasez de agua, alimentación, salud, ciudades e infraestructura (IPCC, 2022). David Sobel (2014), propone metodologías educativas basadas en el lugar, aprender desde y para los territorios como un mecanismo para la formación de agentes de cambio y comunidades más resilientes ante los cambios acelerados que vivimos como sociedad. Asimismo, propuestas como la filosofía ambiental de campo de Ricardo Rozzi (2020), quien propone el desarrollo de una ética biocultural con experiencias educativas en diálogo con el territorio. O también el ejemplo del trabajo liderado por Stefano Sartorello ha impulsado la educación a través de las milpas educativas, integrando prácticas agrícolas tradicionales con el aprendizaje moderno (Sartorello, 2021). Este enfoque fomenta una conexión profunda con la naturaleza, promueve la autosuficiencia alimentaria y enseña la importancia de la biodiversidad y la justicia social, ofreciendo una educación práctica y holística que abarca múltiples disciplinas. Estos son algunos ejemplos de iniciativas y enfoques educativos no solo necesarios, sino que urgentes de incorporar a nuestros sistemas educativos.
En noviembre de 2024 se constituyó una instancia única para el sistema educativo chileno. Por primera vez el Congreso Internacional de Educación para el Desarrollo Sustentable (CIEDS) y el Congreso de la Red Interuniversitaria de Educación Intercultural (RIEDI) se unieron en un solo evento para recibir en el Campus Villarrica de la Pontificia Universidad Católica de Chile a investigadores, docentes, educadoras y profesionales de la educación para compartir experiencias, proyectos, recursos educativos y discutir respecto del rumbo de las instituciones educativas y el rol que los diversos actores sociales participantes deben tomar.
En sus once ediciones anteriores, los congresos CIEDS y RIEDI se han presentado como espacios para interpelar a sus participantes a enfrentar desde las instituciones educativas desafíos sociales y medioambientales cada vez más evidentes, construyendo por vías paralelas una comunidad académica y educativa comprometida e innovadora que busca consolidar caminos para la transformación de la institucionalidad educativa tal cual la conocemos. Estos eventos han acumulado experiencias educativas, ponencias memorables y discusiones que trascienden el interés meramente académico. Organizaciones sociales, ONGs, educadores tradicionales, docentes en ejercicio y administradores públicos y privados de la educación, junto con la mayoría de las universidades del consejo de rectores del país han formado parte de estas instancias, generando espacios de diálogo genuino y constructivo, estableciendo puentes de colaboración y proponiendo caminos para amplificar el impacto a nuevos territorios. El foco regional y basado en la diversidad territorial de nuestro país es también una característica importante y transversal en la tarea por contextualizar el currículo y crear oportunidades de aprendizaje culturalmente relevantes.
En definitiva, es clave que el sector público, los nuevos servicios locales y en general los administradores de la educación del país estén atentos a considerar lo compartido en este tipo de encuentros. Iniciativas como el programa “Protagonistas del cambio” impulsado por el centro de innovación del MINEDUC, es un ejemplo que se alinea con el movimiento educativo representado en instancias como estos congresos. Esta columna es una invitación a seguir construyendo y explorando por la innovación educativa, el intercambio de ideas es fundamental para facilitar la interacción entre actores diversos, considerando para esto variados formatos para compartir experiencias, que combinen desarrollo profesional docente con creación de conocimiento de frontera en estas materias. Mas redes de apoyo y nuevas ideas para nuestros docentes, programas, recursos educativos o metodologías para fortalecer un ecosistema interdisciplinario en el entorno de nuestras escuelas son clave, juntos por nuestros docentes y las nuevas generaciones.
Martín Bascopé
Investigador principal del Centro UC de Desarrollo Local (CEDEL-UC).