Desde la ventana de la biblioteca de mi escuela, puedo ver la desembocadura del Río Huequi, un lugar increíble, rodeado de un verde que es difícil expresar con palabras, de manera habitual se pueden ver chorlitos, Martín pescador, si tenemos suerte también al esquivo chucao; también hay especies como pudú, puma y tantos más. Para llegar hasta aquí sólo se logra por mar o aire, es un lugar extremo y maravilloso a la vez… aquí hay una escuela pública, como en cada rincón de Chile y probablemente nadie las ubica en un mapa.
Durante muchos años, la ruralidad ha sido vista como un tipo de educación que está fuera del contexto nacional, más aún cuando se suman limitantes como el aislamiento geográfico, bajo nivel educativo de los padres, condiciones climáticas adversas, acceso limitado a Internet, entre tantos otros. Chile es un país muy diverso, con características culturales diferentes, donde cada lugar se transforma en diversidad.
La falta de recursos es una de las mayores limitantes y es ahí donde debemos enfocarnos, porque muchas de las cosas que se consideran indispensables en las escuelas simplemente no llegarán, no porque no existan voluntades o porque cada gobierno de turno las desconozca, sino porque esa misma dispersión geográfica hace muy difícil que los recursos lleguen de manera adecuada, respondiendo a las características territoriales que son individuales.
El rol docente cobra un valor fundamental, porque somos los docentes los que estamos en cada sala de clases, conocemos a nuestros estudiantes, sabemos sobre sus sueños, sobre las oportunidades que tiene el territorio; también sabemos sobre sus dolores, sobre lo que les impide crecer, de aquello que necesitan para desarrollarse.
Ser hija de la educación pública ha sido uno de mis grandes estandartes a la hora de decidir trabajar en ruralidad. Mi madre es analfabeta y mi padre sólo llegó hasta cuarto básico, esto lo cuento no con el fin de romantizar una carencia, sino que desde ese momento entendí que no es lo que tienes, sino lo que decides hacer con ello. Es un camino que se debe trabajar, una decisión que se toma con la ayuda de mucha gente comprometida en un objetivo común, comprendiendo que los recursos no necesariamente son cosas materiales, sino transformar la necesidad en oportunidad y es ahí cuando llega la Innovación y ocurren cosas impensadas.
Elegí ser docente porque creo absolutamente que la educación es la única manera donde se puede transformar la sociedad, si se logra impactar la vida de un estudiante, también lo estaremos haciendo para las generaciones que le siguen. Para lograrlo, debemos trabajar en conjunto, valorarnos entre todos quienes trabajamos en educación, reconocernos como agentes de cambio, sentir que nuestra labor tiene sentido y que probablemente no viviremos para ver los resultados, pero ese será nuestro aporte. Se trata de entender que nuestra labor es realmente maravillosa, trasciende en el tiempo, va más allá incluso de nuestro propio ser, es pensar en otros y que ese otro será una proyección de nuestro trabajo; lo que decidimos hacer para aportar a nuestra sociedad… es así cuando la educación rural se transforma en innovación.
Cecilia Montecinos Ulloa
Profesora de Educación Básica
Unidocente multigrado Escuela Rural Hueque
Semifinalista Global Teacher Prize Chile 2021 y 2022
Premio Elige Innovar 2021, proyecto destacado en Innovación Transformadora, proyecto “Mi zona… un laboratorio natural”
Miembro de la Mesa Co-Creación “La Educación que Queremos” 2022 del Centro de Innovación del Ministerio de Educación.
Charlista TEDx “Educación Rural: cuna de sueños, motor de cambios”
