
La innovación educativa es el resultado de múltiples esfuerzos impulsados por profesionales que acompañan, apoyan y promueven experiencias para la mejora educativa integral. Desde el trabajo coordinado de los equipos ministeriales, tanto del nivel regional como provincial, fortalecemos el trabajo en redes colaborativas y acompañamos las rutas de mejora de las comunidades educativas, apoyando a sus directivos y docentes para que cada aprendizaje sea relevante y transformador.
La innovación educativa más potente se gesta y desarrolla en el territorio, en la sala de clases y en los equipos que acompañan diariamente a las escuelas, liceos, jardines infantiles y sostenedores. Por eso, intercambiar conocimientos, herramientas y propósitos con los equipos regionales y provinciales del Ministerio de Educación no es solo una estrategia para implementar las políticas educativas, sino que es condición necesaria para que la mejora educativa se traduzca en aprendizajes reales y sostenibles.
Innovar requiere tiempo: tiempo para que los equipos puedan reflexionar, apropiarse de nuevos conocimientos, contextualizarlos a sus necesidades y capacidades reales, intercambiar ideas y estrategias, planificar procesos y acciones. De eso se trata la mejora educativa, de analizar permanentemente acerca de cómo hacerlo mejor, de qué cosas se deben seguir haciendo, qué cosas se deben dejar de hacer y en cuáles (y de qué manera) se debe innovar para impactar en los aprendizajes.
Y precisamente tiempo para pensar es lo que falta, porque en una sociedad compleja y acelerada, donde los cambios son múltiples y se suceden unos tras otros, es fácil caer en la comodidad de lo conocido y de lo que “siempre se ha hecho así”, dado que las demandas y exigencias por el hacer son demasiado altas, aunque las acciones aisladas y sin contextualización han demostrado una y otra vez su nulo impacto en la mejora. Necesitamos poder pensar cómo y de qué manera innovar y también tiempo para que los equipos que acompañan puedan planificar las mejores estrategias para fortalecer capacidades en los equipos educativos, muchas veces absorbidos por los problemas cotidianos que afectan a sus comunidades educativas.
La mejora educativa también requiere construir confianzas y espacios de reflexión compartidos, que es la base del apoyo que brindan los equipos regionales y provinciales: el conocimiento situado de los equipos regionales y el vínculo permanente con las comunidades educativas permite que estos espacios compartidos se constituyan en oportunidades privilegiadas para que surjan ideas innovadoras, que estas se lleven a la acción y que las acciones se conviertan en prácticas sistemáticas.
Como país y como Ministerio de Educación tenemos el deber ético de seguir avanzando en la justicia educativa, y muchas de las experiencias que desarrollan las regiones apuntan a la ciudadanía digital, el uso crítico y responsable de la inteligencia artificial, la integración interdisciplinaria y nuevas formas de evaluación, oportunidades que deben ser garantizadas para todas y todos los estudiantes. En ese compromiso seguiremos concentrados: en asegurar que la innovación sea un derecho compartido y una herramienta efectiva para construir una educación más justa, inclusiva y transformadora.
Pamela Yáñez Esquinazi
Coordinadora Nacional del Área de Apoyo para la Mejora Educativa de la División de Educación General (DEG)
Ministerio de Educación