“Suma Qamaña”: Aprendiendo desde “el buen vivir” en los patios de mi jardín.

Jardín Infantil y Sala Cuna “Inti Raymi”
Lugar
Valparaíso, Villa Alemana
Niveles
Educación Parvularia
Modalidad
Regular
Temas
Innovación
Educación Inicial
Palabras claves
Filosofía andina
aulas diversificadas
foto
Este establecimiento transforma sus espacios en entornos educativos basados en el “Suma Qamaña”, promoviendo sostenibilidad, juego y conexión con la naturaleza.

Descripción

Ubicado en Villa Alemana, el Jardín Infantil y Sala Cuna “Inti Raymi” se ha transformado sus espacios exteriores en entornos educativos inspirados en el “Suma Qamaña” o "buen vivir", una filosofía andina que promueve el respeto por la naturaleza y la sostenibilidad. Esta iniciativa pedagógica fomenta el aprendizaje autónomo y significativo a través de áreas diseñadas para estimular el juego y la conexión con el entorno, integrando valores culturales y ambientales.

La experiencia surge para abordar la desconexión de los niños y niñas con la naturaleza. Los espacios exteriores, carentes de flora y recursos pedagógicos, limitaban la interacción con el entorno, dificultando la implementación de actividades educativas que promovieran la vinculación con la madre tierra. Esto representaba un desafío para fortalecer el sello pedagógico del Proyecto Educativo Institucional (PEI), enfocado en la diversidad cultural y el rescate de saberes ancestrales. Basada en la filosofía andina del “buen vivir”, la propuesta busca fomentar una relación armónica con el entorno y avanzar hacia la justicia ecológica desde la primera infancia.
Además, la pandemia de COVID-19 evidenció la necesidad de reformular estrategias pedagógicas, priorizando espacios abiertos que garantizaran aprendizajes significativos, dinámicos y seguros. Otro desafío fue la limitada participación de las familias, muchas veces restringida por sus compromisos laborales, lo que motivó la creación de estrategias inclusivas para involucrarlas activamente. Con estas necesidades como eje, "Suma Qamaña" se plantea como una respuesta integral que transforma los espacios exteriores en entornos educativos enriquecidos, promueve una educación sostenible e intercultural y refuerza la participación comunitaria en la formación de los niños y niñas.
La innovación educativa transforma los espacios exteriores en entornos educativos que reflejan la filosofía andina del “Suma Qamaña” o "buen vivir", integrando a la comunidad educativa en cada etapa. Este enfoque colaborativo revitalizó el jardín como un espacio de aprendizaje significativo, vinculado al respeto por la naturaleza y las prácticas ancestrales.
El proyecto comenzó con una campaña de adopción de árboles nativos, logrando la plantación de cincuenta especies del bosque esclerófilo, esenciales para el entorno del jardín. Posteriormente, la participación en el programa “Naturalizar” de Fundación Ilumina permitió la creación de cinco áreas educativas al aire libre, diseñadas para integrar el aprendizaje con el contacto directo con la naturaleza.


En 2021, gracias al Fondo de Innovación en Educación Parvularia (FIEP), se construyó un circuito de siete espacios al aire libre que promueven la autonomía y el aprendizaje práctico de niñas y niños. Destacan la Waka, un espacio ceremonial dedicado a la Pachamama; la Chakra, destinada al cultivo y cuidado de la tierra; el Weñimn, para alimentar y cuidar animales; y el Aliwen, un punto de encuentro bajo un gran níspero para conversar y reflexionar. Estos espacios reflejan un diseño pensado a la medida de las necesidades de los niños y niñas, promoviendo valores de sostenibilidad, colaboración y respeto.
Además, se implementó un sistema de reciclaje con puntos específicos para materiales como latas, plásticos y residuos orgánicos, complementado con charlas educativas para toda la comunidad. Estas acciones fortalecieron el compromiso con el cuidado del medioambiente y establecieron una conexión práctica entre el entorno natural y el aprendizaje.
El proyecto involucra a toda la comunidad educativa y a diversas redes de apoyo externas, consolidando una estructura colaborativa para su implementación y sostenibilidad:
CEPAS y Familias: Las familias juegan un rol protagónico en todas las etapas del proyecto. Cuentan con personalidad jurídica para la postulación a proyectos, participan activamente en actividades de plantación, construcción y mantención de los espacios, y son parte fundamental en las instancias de reflexión y evaluación. Aunque muchas familias enfrentan restricciones laborales, se busca constantemente diversificar las formas de involucramiento, como actividades los fines de semana y durante eventos clave.
Equipos de Aula: El equipo educativo ejecuta diariamente las experiencias innovadoras. Han sido capacitados en temas como pedagogía al aire libre, filosofía andina y sostenibilidad, lo que les permite diseñar y aplicar actividades significativas. Trabajan con una rúbrica de evaluación que monitorea tanto sus prácticas pedagógicas como los aprendizajes de los párvulos. Además, el equipo se organiza en turnos para garantizar el cuidado continuo de los espacios, incluso durante los fines de semana y períodos de vacaciones.
Equipo de Servicios: Las y los auxiliares del establecimiento desempeñan un rol esencial en la higienización de los espacios educativos y el mantenimiento de áreas verdes y de animales. Su labor asegura que los entornos se mantengan seguros, limpios y funcionales para los niños y niñas.
Redes de Apoyo Externas:
Oficina de Asuntos Indígenas de la Municipalidad: Proporciona asesoramiento y acompañamiento en la implementación de prácticas relacionadas con las comunidades de pueblos originarios.
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV): Colabora en la evaluación y fortalecimiento de los proyectos, ofreciendo asesorías técnicas y académicas.
Fundación Ilumina: A través del programa Naturalizar, capacitaron al 100% del equipo educativo y supervisan el correcto uso de los espacios exteriores como entornos de aprendizaje.
Organización de Reciclaje Local: Implementa y retira los puntos de reciclaje, asegurando la sostenibilidad de las prácticas ecológicas.
Directora del Jardín: Encabeza la postulación y acreditación de proyectos, supervisa su implementación y fomenta la inducción de nuevo personal. Además, lidera las capacitaciones, asegura la difusión del proyecto y promueve el trabajo articulado entre todos los actores involucrados.
Las niñas y niños (96 en total) son los principales protagonistas del proyecto, cuyo diseño y desarrollo se basan en sus intereses y necesidades observadas tras la pandemia. Los espacios educativos al aire libre fueron concebidos para responder a su necesidad de reconectar con la naturaleza y facilitar un aprendizaje significativo, dinámico y autónomo. Inspirados en la metodología Montessori, asumen un papel activo en el juego, la exploración y el cuidado del entorno. Cada espacio, desde la Chakra hasta el Weñimn, permite que desarrollen autonomía al seguir rutinas establecidas, fomentando su capacidad de autoevaluación y autocontrol, mientras realizan tareas como regar cultivos o alimentar animales. Estas experiencias fortalecen habilidades motoras, sensoriales y cognitivas, además de inculcarles valores fundamentales como el respeto y la responsabilidad hacia la naturaleza.

Además, las niñas y niños participan activamente en la mejora continua de los espacios, ya que sus acciones y reacciones son observadas por el equipo educativo para ajustar las actividades y garantizar que sigan respondiendo a sus intereses. Espacios como la Waka y el Aliwen promueven la internalización de valores culturales y espirituales asociados al buen vivir (Suma Qamaña), fomentando la gratitud y la empatía hacia la Pachamama. Este protagonismo les permite disfrutar del entorno y contribuir al diseño de su aprendizaje, desarrollando competencias esenciales para convivir en armonía con la naturaleza y su comunidad, mientras consolidan su identidad y comprensión cultural.
Uno de los desafíos fue capacitar al equipo educativo en pedagogía al aire libre, cultivos y conocimientos ancestrales vinculados a la filosofía andina, ya que estas áreas requerían un aprendizaje especializado y continuo. Además, la planificación y mantención de los espacios al aire libre representó un reto significativo, especialmente al garantizar que los más de 1,800 m² fueran seguros, funcionales y atractivos para niñas y niños desde los seis meses hasta los cuatro años. Esto implicó establecer rutinas claras, diseñar estructuras accesibles y mantener los espacios en óptimas condiciones. Finalmente, la participación familiar estuvo limitada por razones laborales, lo que motivó la diversificación de estrategias de vinculación comunitaria, incluyendo actividades en horarios flexibles y la incorporación de herramientas digitales para fomentar la participación.
El proyecto ha transformado el jardín infantil en un espacio de aprendizaje sostenible, centrado en el respeto y cuidado de la naturaleza. Los 96 párvulos han mostrado avances notables en autonomía, responsabilidad y cuidado por el medioambiente, estableciendo un vínculo profundo con la naturaleza. En evaluaciones estandarizadas, se han registrado mejoras significativas en dimensiones como “Identidad y autonomía” y “Exploración del entorno natural”, evidenciando el impacto positivo del proyecto en su desarrollo integral.

Además, las familias han incrementado su participación activa, destacándose en actividades de reciclaje y eventos comunitarios, como la celebración anual del carnaval del Inti Raymi, la inauguración de los proyectos FIEP y Naturalizar, y el cierre de iniciativas educativas relacionadas con el medioambiente, el fomento lector y el folclore. Estas instancias han reforzado el compromiso de la comunidad con el enfoque cultural y ambiental del jardín, consolidando valores de respeto, colaboración y sostenibilidad que trascienden el ámbito educativo.
El próximo objetivo es obtener la certificación ambiental en colaboración con la Secretaría de Medio Ambiente, lo que reafirmaría su compromiso con la sostenibilidad y fortalecería su modelo educativo. Paralelamente, se prioriza la optimización del uso de recursos hídricos, un desafío urgente debido al aumento de gastos en la mantención de los espacios exteriores. Este esfuerzo es particularmente relevante en una región gravemente afectada por la crisis hídrica, subrayando la importancia de implementar tecnologías y estrategias sostenibles que garanticen la viabilidad de estos entornos educativos al aire libre.
A largo plazo, se busca consolidar el Suma Qamaña como una filosofía educativa transversal, integrando aprendizajes sociales y emocionales que promuevan la empatía, el respeto por todas las formas de vida y una convivencia armónica. Inspirados en la “Dimensión de aprendizaje social y emocional” de la UNESCO, esta propuesta no solo desarrolla conocimientos, sino que fomenta actitudes y valores fundamentales para la sostenibilidad. El jardín aspira a convertirse en un referente en educación sostenible para la primera infancia, demostrando cómo el "buen vivir" puede integrarse eficazmente en la formación de generaciones comprometidas con el medioambiente y la diversidad cultural. Este enfoque busca no solo transformar el aprendizaje, sino también inspirar a otras instituciones educativas a adoptar prácticas sostenibles y conscientes.

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