Educación intercultural: Espacios diversificados y aulas abiertas.

ESCUELA BÁSICA INTERCULTURAL LAGUNA VERDE
Lugar
Valparaíso, Valparaíso
Niveles
Enseñanza Básica Niños
Modalidad
Regular
Temas
Sustentabilidad
Interculturalidad
Palabras claves
Interculturalidad
Laguna verde
La Escuela Básica Laguna Verde de Valparaíso implementa "Aulas Diversificadas", un modelo que conecta a estudiantes con su entorno y cultura mediante talleres prácticos que promueven habilidades integrales, bienestar escolar y sostenibilidad.

Descripción

La Escuela Básica Intercultural Laguna Verde de Valparaíso, ubicada en un entorno único entre mar y bosque, implementa “Aulas Diversificadas”, un modelo de aprendizaje innovador que conecta a estudiantes con su territorio y cultura. Bajo cuatro sellos educativos—medioambiental, artístico, deportivo e intercultural—se desarrollan talleres prácticos en espacios como el huerto, la granja educativa, la Sala Verde y la Ruka. Estos talleres, guiados por metodologías participativas, promueven habilidades cognitivas, emocionales y sociales, y fortalecen el sentido de pertenencia. Con un enfoque contextualizado e inclusivo, este modelo fomenta el bienestar escolar, la integración comunitaria y la sostenibilidad educativa.

La experiencia busca hacer tangible los principios declarados en el Proyecto Educativo Institucional (PEI), centrados en ofrecer una educación integral, activa y contextual. Laguna Verde, debido a su ubicación geográfica y características territoriales, enfrenta un aislamiento que limita el acceso de sus estudiantes a actividades culturales, deportivas y educativas diversificadas. Este escenario restringe las oportunidades de desarrollo integral, afectando tanto el bienestar como la convivencia escolar.
La escuela asumió un rol transformador al identificar la necesidad de generar espacios y experiencias que abordaran estas carencias, conectando el aprendizaje con el entorno natural y cultural. Esto implicó integrar a la comunidad en un proyecto educativo que avance en la mejora de los aprendizajes y fortalezca la identidad local, el bienestar emocional y la cohesión social. Asimismo, se abordaron las limitaciones en infraestructura y la falta de metodologías innovadoras, desarrollando un modelo que fomenta habilidades prácticas y socioemocionales en un ambiente inclusivo, participativo y significativo.
La innovación educativa combina infraestructura, metodologías participativas y un enfoque territorial para crear entornos de aprendizaje prácticos y diversificados. Este modelo está guiado por cuatro sellos educativos —medioambiental, artístico, deportivo e intercultural— que reflejan las necesidades y características del territorio. Para materializar estos sellos, se construyeron espacios como un huerto escolar, un invernadero, una granja educativa, una Sala Verde para talleres artísticos y una Ruka, representativa de las culturas indígenas. Estas infraestructuras contextualizan el aprendizaje y fomentan el desarrollo de habilidades prácticas, la valorización del entorno natural y cultural, y la conexión de las y los estudiantes con su territorio.
La metodología incluye talleres diversificados que se realizan dos veces por semana, permitiendo que los estudiantes seleccionen actividades que se alineen con sus intereses y con los principios de los sellos educativos. Este enfoque promueve la autonomía y el aprendizaje significativo. Además, la comunidad juega un rol crucial en la autogestión, contribuyendo con materiales, ideas y evaluaciones. Cada año, el proyecto culmina con una “Muestra de Talleres” donde las y los estudiantes presentan sus aprendizajes a la comunidad, que evalúa su impacto en el desarrollo integral de los participantes. Este modelo educativo consolida la conexión entre la escuela, las familias y el entorno, fortaleciendo el compromiso con una educación integral, participativa y contextual.
Equipo directivo y UTP: Planifican y coordinan las actividades, asegurando la coherencia con el PEI.
Docentes: Diseñan y facilitan los talleres, adaptándose a los intereses y necesidades de los estudiantes.
Estudiantes: Participan en la planificación, construcción de espacios y ejecución de actividades.
Familias: Contribuyen con materiales y participan en las evaluaciones de los talleres.
Comunidad: Colabora en la construcción de espacios como la Ruka y el huerto, fortaleciendo el vínculo con la escuela.
Las y los estudiantes son el centro del proyecto y desempeñan un rol activo en todas sus etapas, desde la planificación hasta la evaluación. Inicialmente, participan en encuestas para expresar sus intereses y necesidades, aportando información clave para diseñar los talleres y actividades que se alineen con sus expectativas y los sellos educativos. A lo largo del proyecto, se involucran en la construcción de espacios como el huerto, la granja educativa, el invernadero y la Ruka, fortaleciendo sus habilidades prácticas y colaborativas.
Durante la ejecución de los talleres, las y los estudiantes trabajan de manera autónoma y en equipo, explorando y desarrollando habilidades específicas relacionadas con los sellos medioambiental, artístico, deportivo e intercultural. Además, adquieren habilidades blandas como la comunicación, la resolución de problemas y la empatía al interactuar con compañeros de diferentes cursos. En los eventos de cierre, como la “Muestra de Talleres,” asumen el rol de expositores, compartiendo sus aprendizajes con la comunidad, reflexionando sobre sus experiencias y evaluando el impacto de su participación. Este proyecto les permite desarrollar aprendizajes, habilidades socioemocionales, consolidar su identidad y sentido de pertenencia al territorio.
El desarrollo de la innovación enfrentó retos logísticos considerables, especialmente en la organización simultánea de múltiples talleres. Este desafío exigió una planificación meticulosa para garantizar que espacios clave como la Sala Verde, la Ruka y los contenedores temáticos estuvieran disponibles, equipados y adaptados como entornos de aprendizaje cómodos y seguros. La necesidad de transformar áreas fuera del aula tradicional requirió esfuerzos coordinados para crear espacios funcionales y prácticos que permitieran desarrollar las actividades sin interrupciones.
Otro desafío destacado fue la gestión de recursos materiales. Aunque la comunidad educativa contribuyó con insumos mediante autogestión, los retrasos en la entrega de materiales afectaron el inicio de algunas actividades. Además, se identificó la necesidad de mantener una actualización constante y motivar al cuerpo docente para que diseñara e implementara talleres alineados con los intereses y necesidades de las y los estudiantes. A pesar de estos obstáculos, el compromiso colectivo de la comunidad educativa permitió superar las dificultades, consolidando la iniciativa como un modelo enriquecedor y sostenible que ha transformado tanto los procesos de aprendizaje como la convivencia escolar.
El proyecto ha generado resultados significativos en todos los actores de la comunidad educativa. A nivel estudiantil, ha promovido un incremento en el compromiso escolar, la participación activa y la autonomía de las y los estudiantes. Su interés en los talleres ha crecido, lo que ha fortalecido habilidades prácticas, cognitivas y socioemocionales. El aprendizaje colaborativo en contextos reales ha mejorado su capacidad para trabajar en equipo, resolver problemas y aplicar sus conocimientos en situaciones prácticas, preparando a las y los estudiantes para desafíos futuros en su entorno personal y académico.
En el ámbito comunitario, el impacto ha sido transformador. La convivencia escolar se ha visto fortalecida, generando un clima de bienestar y colaboración entre estudiantes, docentes y familias. Los padres, madres y apoderados expresan orgullo y sentido de pertenencia hacia una escuela que incorpora principios interculturales, medioambientales y territoriales en su propuesta educativa. Además, la implementación de los sellos educativos ha permitido a la comunidad apropiarse y poner en práctica el Proyecto Educativo Institucional (PEI), visibilizando el potencial innovador de la escuela.
Un reconocimiento destacado es el otorgado a la directora Laura Ríos, quien en 2024 recibió el premio Liderazgo Educativo (LED) en la categoría de Inclusión y Equidad: Género, NEE e Interculturalidad, posicionando a la Escuela Básica Intercultural Laguna Verde como un modelo de referencia en educación integral, contextualizada e inclusiva.
La innovación tiene un plan de expansión y sostenibilidad que busca profundizar su impacto educativo y comunitario. En el corto plazo, se planea diversificar la oferta de talleres para incluir nuevas temáticas que reflejen los intereses emergentes de las y los estudiantes, como tecnologías digitales, educación ambiental avanzada y exploración artística contemporánea. Esto requiere la actualización constante de las y los docentes en metodologías innovadoras y el fortalecimiento de su conexión con las necesidades de la comunidad educativa.
A largo plazo, se espera consolidar una red de colaboración entre escuelas con contextos similares, promoviendo el intercambio de buenas prácticas e ideas innovadoras. También se busca aumentar la autogestión y sostenibilidad del proyecto mediante alianzas estratégicas con instituciones locales y organizaciones que puedan aportar recursos y conocimientos. Adicionalmente, la escuela planea integrar un sistema más robusto de monitoreo y evaluación de impacto para medir cómo esta iniciativa sigue transformando los aprendizajes, la convivencia y el bienestar de la comunidad educativa. Estas proyecciones consolidan el modelo como una referencia en educación contextualizada e inclusiva.
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